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Se trata de un desafío en el que estudiantes, profesores, padres y apoderados deben asumir cambios que van más allá de una sala de clases y de un computador.

¿Híbrida u Online?. Son disyuntivas que se han vuelto habituales durante el contexto de pandemia y específicamente cuando hablamos de la educación para niños y jóvenes, sean estas impartidas en escuelas o centros de estudios superiores.

Y es que las nuevas fórmulas de impartir y recibir conocimientos por medio de una pantalla van ganando terreno de la mano con la situación sanitaria de cada país, aunque con ciertos matices. Estos se focalizan principalmente en el aspecto socioeconómico de los alumnos y sus familias, que en muchos casos y producto de los efectos adversos que el propio Covid-19 ha ido sembrando, simplemente no tienen los recursos básicos para conectarse cada día desde algún lugar de la casa.

Otro aspecto dice relación con la capacidad de cada estudiante para abordar las materias en cuestión, hecho que resulta determinante a la hora de evaluar en exámenes intermedios o finales, y saber cuánto en realidad aprendió. Y no es un asunto de calificaciones, sino más bien de la utilidad de esos mismos conocimientos para contribuir y apoyar el desarrollo integral de un niño o joven, lo que finalmente se traduce en las posibilidades de un mejor desempeño personal y profesional en su vida de adultos.

Pero falta abordar un nuevo ítem de este ámbito. Se trata de la educación online para estudiantes con necesidades específicas, en casos donde existe alguna discapacidad física o cognitiva.

Sobre este ejemplo las opiniones son diversas, sin embargo hay una que nos llamó la atención. Es el testimonio de Camilo Ortiz, que es profesor de Castellano y Filosofía, y quien además cuenta con un master en Intervención Psicológica del Desarrollo y la Educación.

Para Camilo las problemáticas de mayor impacto tienen que ver con el factor económico, donde generalmente los padres cuentan con un solo dispositivo conectado a internet, el que se llevan a sus trabajos y por cuya razón sus hijos no pueden participar de las clases.

De igual modo, señala, hay dificultades desde el punto de vista pedagógico, que se explican por la falta de concentración que afecta sobre todo a los alumnos más pequeños, ante la imposibilidad de entregarles contenidos de manera personalizada:

“Es complicadísimo que solo con el profesor tras una pantalla el niño o niña aprenda a leer, sumar y restar, además de otras tareas que requieren de un apoyo más personalizado, cuestión que se dificulta en la virtualidad y en la ausencia de los padres que muchas veces tienen que trabajar. Peor aún si el colegio solo envía guías y no realiza clases online, ya que las guías, al ser solo un medio escrito, suelen ser difíciles de comprender sin explicaciones directas y en el momento”.

Más complejo es aún el panorama de quienes viven en situación de discapacidad, lo que según Camilo Ortiz la mayoría de las veces va de la mano con una condición de vulnerabilidad económica:

“La población en situación de discapacidad suele ser de un origen vulnerable, ya sea por precariedad salarial de los padres, por negación de esta realidad o simplemente por no saber cómo apoyarlos. Junto a este componente de vulnerabilidad, existe también la necesidad del uso de computadores con lector de pantalla, joysticks y software de manejo del PC con la vista y otras variantes según el tipo de discapacidad, herramientas con las que no todos pueden contar”, enfatiza Camilo Ortiz.

Si revisamos algunos datos, por ejemplo en países como Chile la deserción escolar del primer ciclo es de 140 mil alumnos y alumnas, sólo en lo que va de 2021. Una cifra preocupante según organismos ligados a la infancia, como la Unesco, donde reconocen que “la brecha en educación ya existente en países en vías de desarrollo se acrecentó producto de la pandemia”.

Analizando la información y los casos que son objeto de estudio, Lazarillo también busca abrir un espacio a través del cual la comunidad de usuarias y usuarios que hoy cursan algún tipo de estudio dispongan de alternativas. Por ejemplo, para que organismos públicos y privados, ligados a temáticas de educación y discapacidad puedan entregar anuncios sobre cursos online, además de opciones para obtener ayudas técnicas que fortalezcan los procesos de enseñanza en cada lugar donde la aplicación está presente.

Por otro lado, si hablamos de un sistema híbrido que combina clases presenciales y de forma virtual, existen herramientas mediante las cuales cada centro de estudios puede ser geolocalizado, con un mapa de ruta y además con un sistema de navegación interna, lo que sería de gran ayuda para personas ciegas, con baja visión, movilidad reducida y alumnos en general que durante mucho tiempo no pudieron acudir con normalidad a dichos lugares.

Finalmente y apelando a la situación de salud actual, cada comunidad educativa puede difundir mensajes de autocuidado y prevención de contagios por Covid-19 a través de Lazarillo App, potenciando así una modalidad educativa en pleno proceso de cambios, a los cuales es fundamental comenzar a adecuarnos.

Por esto invitamos a los centros educativos, autoridades de cada país y comunidades en general a conocer nuestro trabajo, revisar las alternativas de usabilidad que ofrece la aplicación Lazarillo, junto con la posibilidad de difundir mensajes desde nuestras plataformas y configurar espacios accesibles, todo al comienzo de una nueva era post pandemia.

Visita nuestro sitio web y conecta con nosotros https://lazarillo.app